12 de agosto de 2015

Algo que encontré II


Recorrí muchas ciudades en las que no te encontré. Atravesé momentos difíciles, insulsos hasta, incluso, algunos bellos e inolvidables y no te encontré.
Anduve en bicicleta, en auto, en bus, en metro, en barco y hasta en camión de cargas peligrosas y no; no te encontré. Estuve en lugares convencionales y no tan convencionales sumergidos en instantes realistas y surrealistas, como extraídos de un sueño. Pero no, no te encontré.
Escuché muchas melodías, historias raras e increíbles, pinté cuadros, crucé rostros donde parecía verse tu mirada y hasta le puse música a algunos versos que luego borré. Y no, no te encontré.
Arañé tu mano en momentos difíciles, casi cierro el libro de mi vida pero mirá: vinimos a la vida para pelear por nuestros sueños y, entonces, me quedé. Así y todo; no te encontré.
Cargué el teléfono, te llamé y nadie contestó. Pues no te encontré.
Y mirá qué extrañas son las cosas, hoy exactamente llevo trescientos días en este lugar. Luego de una tormenta de no sé si polvo o arena de fractura, luego de que te escondieras junto a la luna detrás de la barda, luego de besarme como hace años no lo hacían, luego de abrir la puerta del baño, empapado, con tu espalda perfecta, tus párpados rosados y tu leve sonrisa: ahí te encontré.


texto reversionado : 11/8/2015

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