Que me sale una canción cursi. Que escucho melodías con palabras bonitas, que se juntan para brillar de dulzura y luego se dispersan y vibran en mí cual si fueran inmigrantes de proyectos presuntamente volátiles y elevados.
Y contemplo aun más estas ganas de no se qué, estallo en la brisa de vísperas de atardeceres que imaginé por imaginar, no como posibilidad de contemplarlo, me hechiza esta risa que se escapa sin saber que estaba atrapada en mi dentadura. Transito las calles y me detengo a saludar a los perros, síndrome de la nostalgia que trae el recuerdo de mi can, mas ellos desvían su mirada triste en el cielo creyendo mirarme, como sabiendo de mi amor interesado y sigo mi marcha.
Hace unos cuantos días que sonrío por los codos, por mis pestañas,por mis uñas, por mis hombros y mis pechos, por demás.
Y luego, cuando llega el momento en que la tarde y la ciudad me conceden el instante de comtemplar esas fugaces delicias sensoriales que emana su presencia y capta mi piel, tan hombre, tanto que me pierdo en sus ojos, esos que quizá hasta ni miro, esos que esquivo por temor a que alguna señal particularmente destructora de rutinas enamoradas se sospeche demasiada, y así dejo caer la cansada tarde.
Si supiera los esfuerzos sobrenaturales que sobrevuelo despierta, que planeo desde esta vida sin vida, sin su presunto calor de abrazo, para pasar inadvertida la impaciencia de estos días. Si supiera de mis torpezas. Si supiera el pretexto que armo para mirar aun más y sin embargo no miro.
Abordaremos este proyecto de querernos sin querer, de mantener el aire divino, de frescuras que dan risas, de momentos que no pasan cuando en verdad están suspendidos en el brillo del camino que nos une, haciéndoles falta de nuestro aire, de palabras que no hacen falta buscarlas, de nosotros.
Que me salen palabras cursis, tal vez necesarias.
Y mañana vendrá a buscarme: sueño el día que el móvil de su llegada nos pertenezca.
Sueño con él, con su cuerpo como abrigo de mis noches, con sus ojos grandes y sus lentas pestañas en las que me sumerjo en silencio; soñando, en murmullos de mi sentir, que él me dará mil sueños...
ceci
sept. 2008
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