3 de junio de 2011

Vuelve.

De pronto llegó un día en que sus gestos no volvían de su expresión; le quedaba el rostro marcado con surcos de sorpresa, admiración, preocupación, miedos, de tanta verdad. Se le hizo como un laberinto de expresiones. Se le hicieron líneas interminables, ramificaciones cual Amazonas. Me hago una tormenta de ideas mental con un listado de sentimientos y se me hace infinito. Imagínalos, reflejados en un ramillete de surcos plasmados en su rostro. Algo así, tan pequeño como un rostro, abarcaba tanto como un saco de sentimientos; como lo que somos; nuestro cuerpo.

No es más que eso. Y así, los surcos se comunican con la espalda; quien lanza puños que comprimen y comprimen. Pero no voy a explayar tanto sobre el asunto porque yo ya te había contado sobre hay unos muñequitos que le hacen unos nuditos a los cordones de la espalda, quienes hacen muy bien su trabajo de alertadores, como quien baja la barrera cuando viene el tren, como quien trabaja para el servicio meteorológico; y ni te voy a contar que cuando llega la esperada calma, los muñequitos se acuerdan; sí, se acuerdan y vienen dichosos a desatar lo atado mientras duermo (por fortuna no me los cruzo, como para no quemar tal augurio).

Vuelve piel, corazón y vuelo de niño. Vuelve, vuelve vida encima, vértigo de lo lejano, mirada al cielo, asombro de contemplación de la noche, de las estrellas, de los aviones; allí chiquitos, lejanos; vuelve grito de alegría (gritar es lindo, es juego, es augurio, es fantasía).

Vuelve niño perdido, aun no es de noche, pero ya estamos por merendar, con las tostadas a punto, la manteca enrollándose sobre el acero inoxidable, vuelve que hay té con leche; dulce y risas sin dolor.


Ceci
Calientito, recién salido del horno

1 comentario:

Fernando Ponce Aramburu dijo...

Vuelve como lo hace la primavera o el verano,el sol todas las mañanas o tus ojos de luna, todas las noches.
PD: Me dio ganas de volver...