11 de agosto de 2010

BH, le dicen acá.

Con perfumes dejavuseros, atardecía. Por el boulevard, podía yo pintar una noche de verano, pero con un poquito más de frío. El cielo se veía y lo hacía con su más bello adjetivo: azul oscuro.
Por mi calle pasaban los caballos con sus dueños. Impecables movían sus colas, brillando sus lomos, acariciando de percusión el asfalto con sus patas. Al lado de casa, unas sombras en la noche de mi regreso me saludan y las saludo. Ellos tomaron la casa de al lado y viven a oscuras por las noches. Como hay carreras, me asomé por mi balconcito y se vieron las grandes luces del hipódromo. Cuando duermo, ni los perros se oyen, ni un zumbido de alguna mosca distraída.
Me moví sólo diez calles de aquello que le dicen casco urbano en la ciudad de las diagonales. Sin embargo siento aires de barrio, verdadero barrio.
Así son mis días, cuando todas las mañanas me despierto conmigo, sin anticipos y con retazos de cada imagen de esta vecindad que ya siento mía, de estos aires de hogar y silencio, conmigo misma.


ceci.
agosto 2010.

1 comentario:

Evelyn dijo...

claro que sí... esa misma noche que parecía de verano pero con un poquito de frío compartimos un rico vino en tu nueva casita.

:)