1 de julio de 2009

Puedes.

Puedes.
Puedes dejar algunas tantas cosas atrás, las que sentiste que ya no te pertenecen, o bien esas que el tiempo se las llevó por erosión, de un viento de cambio. Y de esos modos no dejas de ser tu mismo (voy a hablar en neutro, de hecho cada tanto me encanta). Más bien, hasta le puedes llamar progreso.
Puedes.
Puedes optar por crear tu territorio, darle tu identidad (ya alguna vez voy a profundizar sobre algunas ideas que tengo sobre la identidad), tu propio calor. Y es tuyo. Salió de ti buscar el color para los matices con cuales pintarlo.

Puedes optar.
O bien, puedes dejarte caer. Dejar que te envuelva la noticia del momento. Que alisten prioridades que no te pertenecen, costumbres que no te pertenecen, tal vez porque sea buen marketing anestesiarte.

Puedes optar no leer entre líneas, tocar de oído, sentarte en el sillón, hablar de lo que se habla, no hablar de tus propios móviles, hablar del tiempo para llenar silencios (compartir silencios es tan preciado para mi como compartir un dialogo simple o profundo –véalo como usted quiera-).

Puedes dejar, que te inunden de malas noticias (acaso no hay buenas? –deberían llamarse “malanoticeros” en lugar de “informativos o noticieros”-), puedes comer porquerías y dar un discurso de calorías, puedes dejar que La Serenésima y otros te bombardeen con los bigotes de pancho Ibáñez convenciéndote que necesitas un yogurt por cada necesidad vital que encontramos en los alimentos, dejar que te convenzan de que cada porquería que compres en el kiosco está recomendado por la asociación argentina de no se que pavada, que si sos mamá te desentenderás de los nutrientes de tu hijo dándole un danonino o que hasta dándole un Kinder sorpresa (si, es asi la publicidad) contribuís con la porción de leche necesaria… bla bla.

Puedes optar, que te invadan con modas, con opiniones de moda, inyectándote una dosis de anestesia, imponiendo sugestión con cara de humor. Podrás optar de qué hablar esta semana, o bien, hablar de dengue, gripe o inseguridad depende el tema de turno.

Puedes optar por no informarte y esconderte tras la puerta.

Puedes mirar t.v, comer yogourt, hablar de lo que te hablen, opinar a la moda, reenviar mails con chicos buscados que jamás sabrás si en verdad se perdieron (vamos, “chico perdido en La Plata” con un speech “Ayúdame a encontrar a mi niño”), podrás decir “que dios me perdone pero hay que matarlos ahora que son chicos”, y no entender que no hay perdón ante una sociedad que voltea, sorda, ante quienes debieron cuidarlos (o acaso no te diste cuenta que las noticias de “abuso de menores” pasan como estornudo ante la noticia de “menor mató para robar”?), zambullirte en problemas que no están a tu alcance, darle una moneda al pibe que te pide entendiendo que así tu buena acción del día está realizada…

Pero también puedes optar por una lectura entre líneas. Salir a buscar una buena combinación de inquietudes que te salen del corazón y de tu razón para hacer fuerte tu territorio, fuerte para que nadie lo bombardee.

Puede que así el viento erosione formas más visibles del sentido de la vida.
Puedes hacerlo.

ceci
2009

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