22 de julio de 2009

Memorias encadenadas I.

Hace poco tiempo lo recordé. Hoy lo volví a recordar.

De repente, había un recuerdo, de esos que son lindos solo por ser recuerdos, que nos llevan a navegar por tiempos en los que hemos sido otros. Tal vez, a lo mejor no.

Esos tiempos que el “siempre” no daba vértigo: no corría viento en el balcón de los sueños.

Pero sentí una rica sensación al recordar.

Hace poco hablábamos con Manuel del recuerdo puntual que tiene cada uno de alguna época de la historia. En aquella ocasión mencionábamos de la hiperinflación.

Yo le conté que un día que hacía frío, ya estaba oscureciendo, y con mamá hacíamos la fila del súper en el Supercop de Quilmes; una fila que llegaba hasta el final del mercado.

Eran tiempos, como algunos de mis contemporáneos lo saben, en los que los estantes quedaban casi vacíos al final del día. Con mis botas chiquitas y mis siete años, agobiada, me senté en una góndola al lado de los pies de mamá y le pregunté si podía abrir un paquete de chizitos. Mamá, culposa, miró para todos lados, y con desconfianza me dijo que sí.

Durante años mamá contó la misma anécdota, con un dejo de nostalgia, con un dejo de buen añoro, “de repente me di cuenta que había una oficial de policía a unos metros, que te miraba sonriendo con ternura, cómo comías los chizitos y luego dejabas el paquete abandonado.”

Luego de salir del supermercado fuimos a tomar el tren a la estación para regresar a casa. Y, sobre el andén, con mamá escuchamos que una muchacha le decía a otra “¿viste que murió Minguito?”. Mamá se dio vuelta y dijo “ ¿En serio?”.

El lunes se hicieron veinte años de aquel día. Lo supe al ver un programa homenaje a Minguito.

Hace poco lo recordé contándoselo a Manuel. Y él me contó que el recuerdo que le traían los tiempos de hiperinflación fue la muerte de Zitarrosa. ¿fue en plena hiperinflación.? Le dije. En enero se hicieron veinte años, dijo. Sonreí perdida. Porque yo me acuerdo de aquel día. Mamá lloró.

El otro día volví a soñar con mamá después de mucho tiempo. La vi caminando, contenta. Interrumpí su caminar diciéndole con dificultad y emoción:
Yo había tomado un ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida...”


ceci
22/jul/2009

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