Recluto cajas, guardo adornos, libros, carpetas, cartas, pequeños papeles que inundan de belleza mi corazón al releerlos, partituras, las gruyas de un viejo amigo, las notitas traspasadas por los bancos de escuela, las tarjetas de quince; tantas cosas.
Al repasarlos vuelvo atrás, viajo en el tiempo con mi De Lorean imaginario hasta que vuelvo al presente embalando cajas, para llevarlas hacia otro lugar. Porque tienen un destino, una vida diferente, que vivirá de pie gracias a los recuerdos de la casa de mi infancia.
Me pregunto donde llevaré mis fantasías de rutina, mis esperanzas de encontrarte. Porque he pensado que estamos en tiempos en los que hemos dado una cuota de confianza a la casualidad, por así decirlo, y esperamos que este camino nos sorprenda con campanas que doblan y te llaman a mi lado. He pasado mi tiempo nutriéndome de esa esperanza, de volverte a ver por i-esima vez pero no así lo he hecho con las esperanzas de teléfonos que suenan y despertares sobresaltados, estallar de risas y despabilarse de esta siesta de soledades.
Temo perder esta fantasía que me has regalado con nuestra historia, con nuestro sincronismo, con nuestras coordenadas, con tus formas tan soñadas.
Y armo cajas, cierro maletas, abrazo recuerdos que solo yo los llevaré conmigo y dejo aquí asentada la despedida a una vieja rutina, a una vida difícil de definir, alegre de recordarla, sonriente de haberla vivido.
Hoy no muero, solo cambio de rumbo. Y como tan sentimental que soy, lo único que lamento es que no volveré a fantasear con un desliz en mi camino, un guiño del destino, nuestra mueca al olvido que nos hizo volver a cruzarnos tan soñados.
Doy gracias a tus zapatos, a la noche, a la ciudad, a nuestras vidas que han reservado un paréntesis del tiempo para estrecharnos en un encuentro desgarradamente soñado.
Y no lo supiste de mi boca; quizás distraída por tarareos de un vals de Strauss que brotaba de tu piel, olvidé decirlo.
Y me lamento, porque ya no pasaré ni cerca de aquella esquina, ni un viernes, ni otro día. Y gracias al desempeño casual de aquella esquina, otras se sintieron celosas y obligaron al destino a atraernos, en esta enome ciudad.
Me quedaré con el romanticismo de esta magia que siento, ni sabes, ni sé.
Te estaré recordando siempre.
Siempre.
Olvidé decirte. Estabas soñado.
ceci.2008
1 comentario:
ceci, como me alegran siempre tus mensajes, tus palabras. Que texto mas hermosos, que pena que las distancias sean grandes...no sabes como me gustaria un tarde de cafe, de charla...
besos, may
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