No lo creo todavía* estás llegando a mi lado* y la noche es un puñado* de estrellas y de alegría* palpo gusto escucho y veo* tu rostro tu paso largo* tus manos y sin embargo* todavía no lo creo.* Tu regreso tiene tanto* que ver contigo y conmigo* que por cábala lo digo* y por las dudas lo canto* nadie nunca te reemplaza* y las cosas más triviales* se vuelven fundamentales* porque estás llegando a casa.* Sin embargo todavía* dudo de esta buena suerte* porque el cielo de tenerte* me parece fantasía.* Pero venís y es seguro* y venís con tu mirada* y por eso tu llegada* hace mágico el futuro* Y aunque no siempre he entendido* mis culpas y mis fracasos* en cambio sé que en tus brazos* el mundo tiene sentido.*y si beso la osadía* y el misterio de tus labios* no habrá dudas ni resabios* te querré más todavía. (Todavía, Mario Benedetti)
Ya las conté, hoy por la mañana, y son treinta primaveras que han pasado.
A pesar de mis veintiséis, yo sí vivía, tú sabes.
Sabes que si perteneces a los sueños de alguien, aunque no respires el aire de este mundo, nunca jamás has muerto o vives aunque todavía no hayas nacido. Y yo, sí te puedo contar, porque viví en los sueños de una niña que jugaba en los años cincuenta, mientras los pescadores miraban el horizonte, con las blancas arenas a orillas de las costas hermanas, allí donde los vientos vinieron a caer como brisa que erizó nuestras mestizas pieles e hicieron vibrar los dormidos tambores.
He aquí que te vengo a recordar, con simples palabras que nunca devolverán el fuego de tus ojos, el calor de tus abrazos cuando te veía volver por la calle de casa.
Viniste en un barco cargado de esperanzas, con la misión de conservar tus sueños que corrían peligro si salían a caminar por las calles de Barrio Sur, y más aún si los echabas a bailar al compás de los negros.
Y pisaste el barrio de Mataderos, y dejamos atrás antiguos errores.
A veces creo lograr responderme cual fue la fuerza que te mantuvo de pie.
Un día hizo frío también aquí. Había gritos en el silencio de la noche que no podíamos escuchar.
Pero nunca perdimos las esperanzas.
Era un domingo cuatro de junio, la gente caminaba silenciosa por una Buenos Aires teñida de color del cielo; se jugaba un mundial.
Vestías aquel sobretodo marrón, ¿recuerdas aquel que suelo usar?.
En una esquina de Primera Junta lo esperaste aquella tarde.
-...
- Espero volverlo a ver.
...
Brindo por el recuerdo de mi hermosa madre
04 de junio del 2008

1 comentario:
Me emocioné leyéndote.Extraño a tu mami dado que con ella he compartido muchos momentos, si bien el más bello fue aquel 13 de octubre del 81, cuando han nacido dos hermosas niñas. Una llorona y gritona, en cambio la otra tranquila y callada. La vida quiso que esas maravillosas niñas sigan siendo amigas a pesar de la distancia. Gracias por compartir este recuerdo mágico que hace que Rosario siga presente.
Paola
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