Me tienta un tango, me destruye las coordenadas en las que vivo, me lleva a conocer otra dimensión. Ni el horizonte, ni el cielo, nada alrededor, ni hasta la cronología de mis días lo comprenden, es otra dimensión.
Me tienta un tango, mi cuerpo quiere salir de mi piel, parecen llenarse aun más mis pulmones. Me tienta y me lleva a lugares escondidos, oscuros, tal vez con la insolencia de robarme una lágrima, de brisar velozmente mi piel y atravesar ese compás inexplicable.
Me tienta un tango, no hay sitio en donde esconderme, no hay excusa para ignorar esas notas, cuando intentan decirme que hay algo más tristemente bello aún, cuando lo creía todo agotado.
Me tienta un tango, y me tienta a mí. Es primavera, y quien sabe en qué lugar estés y cual es el móvil de tu andar.
Me tienta un tango, y tal vez entendamos el sincronismo, si lo hay. Y hasta ahora no había nombrado la palabra nostalgia.
Me tienta un tango, me deleita y te recito un poema. Cosas que me ayudan a vivir, un poco de arte quizás o infinitesimo de felicidad por cambalache.
Me tienta un tango, y cruzo un amanecer desesperantemente cargado de nostalgia. Me tomo un taxi solo en calles de adoquines, solo cuando todo rima con esperanza.
Me tienta un tango, y te recuerdo. Deleitando fragmentos de un tango que escuché de tu boca aquella tardecita esperando la luna por Callao, apareciendo con el calor de tus manos y la risa triste de tus ojos aún cuando ya no estabas.
Me tienta un tango, porque levemente sonreí con tu recuerdo de largas noches de primavera, porque sentí el compás en este momento, porque te encuentro. Y porque sabés que no podré vivir, a menos que tarareemos un tango.
Ceci. Oct 07